En la actualidad es muy común que el lanzamiento de una nueva página web o la modernización de cualquier plataforma se anuncien como espacios “más accesibles” o que “apuestan por la accesibilidad”. Son dos expresiones que generalmente se justifican con el uso de herramientas o plugins que adaptan el formato para ganar en accesibilidad web, pero la realidad es que un software de este tipo no cumple con todos los requisitos mínimos.

Estas herramientas de apoyo no implican que una plataforma sea accesible y es conveniente realizar una revisión para subsanar las carencias. De hecho, el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital no reconoce como tal una página web que se limite a la utilización de aplicaciones de ayuda. A pesar de ello, en los últimos años han surgido numerosos plugins: WP Accesibility, SOGO Accesibility, Accesibility Widget, Inclusite o Insuit son algunos ejemplos.

En general, estos sistemas permiten modificar aspectos básicos como el tamaño de la letra, el contraste o el color, pero en ningún caso cubren todas las obligaciones que exige la normativa. Seguramente te habrás planteado la siguiente pregunta: si puedo navegar mediante teclado, voz y audio, ¿por qué no se considera una web accesible? Porque las pautas de accesibilidad van más allá y exigen más profundidad. Además, las personas con discapacidad suelen utilizar sus propios dispositivos de lectura, por lo que en la mayoría de los casos no pueden aprovechar esos botones de adaptación.

Los plugins no lo hacen todo por ti

Es evidente que los plugins mejoran la accesibilidad web, pero no lo hacen todo por ti ni funcionan como una varita mágica que resuelve el problema porque presentan limitaciones importantes. Su uso implica la descarga de una herramienta que en teoría aumenta la accesibilidad, pero en la práctica supone que el usuario no pueda utilizar la tecnología asistida con la que habitualmente se mueve en Internet. Igualmente, conlleva la instalación de un complemento personalizado cuyos niveles de adaptación pueden tener déficits.

Otro problema que puede darse es que la web tenga deficiencias en su estructura y por tanto esos programas sean insuficientes, no tienen utilidad a nivel de accesibilidad. La adaptación web es un reto global que demanda una respuesta global, es decir, una solución simple como la que ofrece un plugin no basta para afrontar la supresión de la multitud de barreras de accesibilidad que existen.

Un ejemplo práctico puede observarse en los vídeos, pues estas herramientas de apoyo no generan subtítulos de forma automática. Tampoco suelen comprobar la operabilidad de la web, la creación de textos alternativos habitualmente es errónea y no ofrecen indicaciones importantes para la navegación como la apertura de nuevas pestañas.

En definitiva, los plugins no pueden utilizarse como alternativa para configurar una web accesible. ¿Tienen utilidad? Sí, porque realmente son programas que aportan algunas funcionalidades, pero en ningún caso se equiparan con los criterios exigibles en accesibilidad web.

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